Réquiem por un paisaje onírico

Por Jenn Gidman
Imágenes de Ted Chin

Ted Chin siempre supo que quería ser artista, sólo que durante un tiempo tuvo dudas sobre qué tipo de artista quería ser. "Había hecho fotografía, pintura, dibujo y serigrafía, entre otros géneros", dice. Cuando se trasladó a San Francisco hace tres años para cursar un posgrado en animación, aprovechó la oportunidad para mejorar sus conocimientos de Photoshop y combinarlos con los de fotografía, lo que le llevó al nicho artístico en el que ahora se encuentra cómodamente enclavado.

"Combinar estas dos habilidades me permitió desarrollar mi propio estilo surrealista", afirma. "Esto fue importante, porque cuando me mudé a San Francisco, me involucré más en la comunidad de Instagram y empecé a ver el trabajo de muchos fotógrafos y artistas diferentes. Sabía que tenía que averiguar qué podía hacer para destacar más. Mi misión se convirtió en crear imágenes que casi parecieran escenas de película, pero al mismo tiempo lo más reales posible. Mi objetivo es convertir conceptos imposibles en imágenes realistas".

Así nació "Ted's Little Dream", el nombre no oficial de su recopilación de imágenes oníricas que le ha reportado más de 71.000 seguidores en Instagram. "Estas fotos también me permiten vagar por lugares a los que yo mismo no puedo llegar", dice. "La escuela de posgrado es muy práctica, así que mientras otras personas viajaban en la vida real, yo lo hacía a través de mis imágenes. Se trata de explorar el mundo y ofrecer mi perspectiva de cómo veo las cosas."

Su estilo distintivo, a escala, a menudo implica un sujeto diminuto situado en un paisaje más amplio. "Ver lo pequeños que somos en este mundo nos hace apreciar nuestra existencia", dice. "Me gusta hacer retratos, pero quiero que todo el mundo vea a mis sujetos en el contexto de ese mundo más grande. Es como si estuvieras en un valle de Yosemite y te sintieras tan pequeño, o como si estuvieras viendo una película y vieras las cosas a través de los ojos del personaje cuando atraviesa una puerta y de repente tiene ante sí un paisaje inmenso".

Hace poco, Ted tuvo la oportunidad de ir a Ocean Beach, en San Francisco, para una sesión fotográfica, durante un fin de semana inusualmente cálido para esa época del año (principios de junio). "Era alrededor de las 7 de la tarde, con esa iluminación perfecta que se consigue durante la hora dorada", dice Ted. "De hecho, la iluminación era tan suave que no quise usar ningún reflector ni flash".

Para esta sesión utilizó como objetivos principales el Tamron SP 24-70 mm F/2,8 VC y el SP 85mm F/1.8 VC prime. "Me encantan estos dos objetivos", afirma. "El 24-70 me permite controlar la distancia entre el sujeto y yo, y me ofrece la versatilidad que necesito para poder cambiar de perspectiva sin tener que desplazarme. El 85 mm, por su parte, es un objetivo maravilloso para retratos que ofrece una conexión más personal entre el sujeto y el espectador."

Para dirigir a su sujeto durante esta sesión, Ted charló con ella mientras preparaba su cámara y su escenario frente a la playa. "Le di una idea de los movimientos que quería que hiciera y de la dirección que estaba tomando", explica. "Luego, cuando rodábamos cada imagen, le decía que buscara una determinada sensibilidad o ambiente, que utilizara su propia perspectiva, que tal vez hiciera algo más o algo menos con sus movimientos, o que moviera el cuerpo para que de alguna manera encajara con su expresión facial. Era un proceso de ida y vuelta".

Ted prefiere tomarse su tiempo con cada foto y ser meticuloso con cada aspecto de la imagen, y utilizar el 24-70 le ofrece la flexibilidad no sólo de capturar el paisaje y el entorno que rodea a su modelo, sino también de acercarse y alejarse de ella sin tener que moverse y sacrificar los demás aspectos de la imagen que tanto le ha costado preparar. "Quiero que la luz sea la misma en mis imágenes y que el fondo sea similar", dice. "Pero cuando te mueves para conseguir diferentes perspectivas, puedes perder una o ambas cosas, y entonces algo en la imagen no queda bien. Cuando puedes acercar y alejar la imagen, mantienes lo que quieres y cambias fácilmente de perspectiva".


52mm, F/2.8, 1/1000 seg., ISO 100


24mm, F/2.8, 1/500 seg., ISO 100

Para las dos siguientes fotos de esta sesión, Ted quería acercarse para obtener primeros planos más íntimos, así que cambió al objetivo de 85 mm. "Este objetivo es perfecto para hacer retratos", afirma. "Me encanta tener el diafragma abierto al máximo de F/1,8 en fotos como ésta, porque quiero que el espectador se centre en mis sujetos más que en el fondo o en el área circundante". Utilizar el 85 mm le permite seguir mostrando el paisaje complementario, pero el centro de atención sigue siendo la persona: sus gestos con las manos, sus expresiones faciales y, por extensión, sus sentimientos.


85mm, F/2.8, 1/1600 seg., ISO 100


85mm, F/2.8, 1/2000 seg., ISO 100

Hacer composiciones es una de las partes favoritas de Ted en el proceso de creación de imágenes. "A veces se me ocurre una idea antes de la sesión -tal vez tenga una foto de archivo en la que basarme- y otras veces surge orgánicamente durante la sesión", dice. "Para esta imagen, mi modelo estaba de pie en el agua con esa roca detrás, y pensé que sería genial tener otro sujeto detrás de ella. Fue entonces cuando pensé en el barco pirata. Quería crear una historia, o al menos incitar a los espectadores a pensar en historias diferentes por su cuenta. Como un escenario de Piratas del Caribe, o quizá su barco se estrelló y está varada, o quizá está buscando un tesoro. Todo depende de los espectadores: Yo ofrezco el punto de partida y ellos parten de ahí".


52mm, F/2.8, 1/1000 seg., ISO 100

A la hora de la posproducción, tanto si se trata de un retrato sencillo como de una representación más surrealista, Ted recurre a su experiencia en retoque trabajando para una empresa de moda de alta gama. "Me gusta que sea lo más real posible, pero realzando los detalles", explica. "Resalto las luces y las sombras. Para la foto del barco pirata, suavicé un poco su piel, pero no demasiado, para que aún se puedan ver algunas líneas y la textura de su piel. Lo mismo hice con el pelo: Parece el pelo real de alguien, no demasiado perfecto ni demasiado molesto al mismo tiempo. También me aseguré de reforzar el contraste de colores. Con el vestido rojo, el océano azul y el tono anaranjado del cielo, quería asegurarme de que todo se mezclaba de forma natural".

Para ver más obras de Ted Chin, visite www.tedslittledream.com.

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